Esfuerzo hasta el límite


Todo hombre y toda mujer tienen una frontera para su ejercicio físico, que está determinada por el uso o desuso del oxígeno.
Dr. Mauricio Purto

A los atributos mentales que se plasman en técnica (para hacerlo más eficiente), perseverancia (para sostenerlo en el tiempo) y concentración (para no equivocarse), el ejercicio físico es, en último término, movimiento.

Sincronizado a partir del sistema nervioso, es el resultado de una serie de contracciones de diversos grupos de músculos. Es la expresión mecánica de la energía biológica, cuando ésta se transforma en movimiento, que se produce por un cambio químico a nivel de las fibro-células musculares, que se acortan consumiendo combustible orgánico en la forma de ATP.

Dicho de otro modo, la energía química contenida en los enlaces de fósforo (P) del ATP almacenado en las células musculares, se consume para producir movimiento, lo que llamamos una transducción quimico-mecánica. En esto, el ATP se transforma en ADP, generando movimiento y calor.

Para que este proceso se mantenga en el tiempo, el ATP se regenera a partir de energía química que se extrae de moléculas de carbohidratos (glucosa) o grasas, que se oxidan con oxígeno.

Mientras más energía seamos capaces de producir y consumir a nivel muscular, más movimiento podremos generar y más oxígeno necesitaremos. El músculo que está en condiciones de disipar más energía en un determinado tiempo, será también el más potente.

Aumentar la intensidad del ejercicio implica una mayor generación de energía mecánica, que requerirá, entonces, más consumo de energía química y de oxígeno (VO2).

El techo de la energía

Al comienzo, la relación entre este gasto y la generación de energía mecánica es lineal. Sin embargo, cuando el sujeto llega a un límite máximo de consumo de energía química y de oxígeno (VO2 máximo), éste ya no aumenta a pesar de que se imponga más carga de ejercicio.

A este nivel, es posible usar esfuerzos supramáximos de energía química de origen anaeróbico (sin oxígeno), por períodos breves, como la reacción de fermentación o degradación de la glucosa hasta ácido láctico sin utilizar oxígeno - que genera dos moléculas de ATP por molécula de glucosa, en comparación con las 38 de ATP que se generan por cada una de glucosa cuando ésta se quema con oxígeno- . Una actividad supramáxima sostenida es imposible, debido a la progresiva acumulación de ácido láctico y otros metabolitos (productos químicos del proceso) en el músculo.

Nuestro organismo tiene, entonces, un techo, un límite máximo a su capacidad de transformar energía durante el ejercicio. Y éste se refleja en una frontera para el consumo de oxígeno o VO2 máximo.

¿Cuáles son las limitaciones a nuestro gasto energético en la actividad física?

En esfuerzos de corta duración, la máxima potencia - es decir, la mayor cantidad de energía producida en un breve lapso- viene dada por un entrenamiento con ejercicios anaeróbicos, donde se consumen las reservas de fósforo musculares (CP y ATP) y se produce ATP sin oxígeno, a partir de la ya mencionada fermentación de la glucosa.

En esfuerzos sostenidos en el tiempo, la mayor capacidad física viene dada por un entrenamiento aeróbico, que se traduce en más consumo de oxígeno (VO2), un fiel reflejo de nuestra capacidad para consumir ATP y regenerarlo inmediatamente, a partir de la combustión aeróbica (con oxígeno) de azúcares y grasas. Sólo así se puede mantener el movimiento en el tiempo sin generar contratiempos.

Traspaso de oxígeno

Nuestra capacidad y eficiencia para sostener la actividad física está determinada por la cantidad y tipo de células musculares; por las reservas de combustible ubicadas en ellas (CP y ATP); y por la capacidad de regeneración de ambos factores a partir de reacciones químicas ayudadas por proteínas intracelulares (enzimas).

A nivel extracelular, nuestra posibilidad de movimiento está determinada por la disponibilidad de oxígeno y de nutrientes en los músculos que participan. Esto depen- de de la capacidad de nuestro sistema cardiopulmonar para oxigenar sangre y transportarla a los músculos, y de la red de vasos sanguíneos desde donde difunde el alimento al interior de las células musculares.

Por supuesto que el consumo máximo de oxígeno de un sujeto refleja el estado funcional del sistema de entrega de oxígeno y combustión celular. Esta es su máxima capacidad de utilización del vital elemento durante el ejercicio y refleja el ritmo al que puede ser transportado desde la atmósfera, a través de los sistemas respiratorio y cardiovascular, y ulteriormente consumido en los músculos del atleta... generando movimiento.


Lo que es y se necesita ser para ser un atleta de corazón y alma...

Para todo aquel atleta de corazón


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